La falta de tolerancia se origina por la falta de comprensión de dónde vienen las ideas de tu amigo. Y la falta de comprensión de él, de dónde vienen las tuyas. Cuando alguien piensa diferente a ti, pueden ocurrir dos cosas: o tú comienzas a decirle que no estás de acuerdo, tratando de obligarlo a que adopte tu punto, o él es el que lo quiere hacer. Desde que somos niños, vamos acumulando experiencias e ideas de la vida. Algunas aprendidas en carne propia. Otras, sembradas por los adultos que nos rodean. Llega el momento, en el que esas ideas nos crean una enfermedad: el síndrome del “yo-yo”. Por ejemplo, si tu hijo te pregunta que estudiar, y le respondes “contador público”, es porque a ti te hubiera gustado estudiar esa carrera. Le das opiniones con base en lo que tú eres. “Yo en tu lugar…” es la frase favorita de las personas infectadas con esta enfermedad. Cuando hablas con alguien, siempre estás filtrando lo que él te dice, de acuerdo a tu mundo interior. A las creencias que has acumulado durante tu vida. Sean ciertas o no. Las hayas experimentado o no. Y reaccionas de forma automática cuando lo que expresa es diferente a lo que tú piensas. Y así se inician las discusiones y falta de tolerancia a los demás. Comprendiendo que cada persona vive prisionera de su mundo interior, en el que ellos son los reyes y sus leyes las únicas que existen, entenderás que él te juzga de acuerdo a sus ideas. Por eso, no te tomes nada personal. Por ejemplo, yo no estoy de acuerdo con la teoría de la evolución de Darwin. Estoy a favor de la creación de la vida por un Ser Supremo. Si alguien cree en Darwin, automáticamente reacciona a mis ideas. Muchas veces de forma violenta. No me lo tomo personal, porque se que es él. No yo. Reacciona a sus propias leyes, en las que la teoría de Darwin es una verdad indiscutible. Si él intenta discutir conmigo y cambiarme, se que es imposible. Si yo intentara cambiarlo, se que es imposible. Dialogo con él y si lo veo erizado de prejuicios, con ganas de pelear, lo dejo de lado. El síndrome del “yo-yo” no deja a nadie admitir que puede estar equivocado y dialogar.
Porque quien tiene el síndrome, no defiende sus ideas. Defiende su ego personal. De la misma forma, que si alguien me dice que soy lo máximo por escribir a favor de Dios, no tiene nada que ver conmigo. Tiene que ver con su mundo interior, en el que la creación de la vida por una divinidad es la idea que él acepta. También, que es una persona positiva que lo mismo me halaga a mí, que a otros. Por eso, no te tomes personal cuando alguien no muestre tolerancia a tus ideas. Déjalo de lado. Su falta de tolerancia, es miedo. Miedo a que tú tengas razón. Aprende a ver a los demás en sus propios términos de su vida. Te será más fácil comprenderlos. Conocer es comprender. Y tolerar. En esta oferta de novedades, no puede faltar aquella que de alguna forma alimente su espíritu y lo enriquezca. Pero en la búsqueda de su propia trascendencia y de sus orígenes, hoy en día se encuentra con propuestas que no siempre satisfacen su sed de espiritualidad y de conversión. La “posmodernidad” en ocasiones tiende al individualismo, al síndrome del “yo-yo”, y no siempre responde a la naturaleza del ser humano. Actualmente hablamos de globalización como algo unitario, ese “algo” que nos va llevando hacia las “cumbres del desarrollo del hombre” a riesgo de perderse a sí mismo en el camino. Hombres y mujeres voltean su mirada hacia afuera, hacia “lo otro”, y, en ocasiones no perciben a “el otro”. El hombre debe ver hacia su interior. He ahí su anhelo de lo divino; y éste se hace presente en su necesidad de hacer comunidad, la koinonía en la que el hombre y la mujer se autor realizan junto con el otro y en el otro.
Síndrome del Yo-Yo. Todos pasamos por eso. Todos queremos pasar por eso. Que la gente nos pregunte, que se preocupe, que se interese por nuestras vidas. ¿Y cuando nadie pregunta? ¿Cuando parece que nadie se interesa? Ahí se manifiesta el Yo-Yo, sin que nadie me pregunte ya estoy hablando de mis astucias, mis logros y desafíos. ¡Pero si nadie preguntó! No importa, la información queda y cuando alguien pregunte y yo no esté, alguien más sabrá. Hay gente que se queda pegada, hay gente que quiere aparecer en la tele, hay gente que si no la llaman, si no recibe un email, si nadie se conecta al Messenger... se deprime. También pasé por eso. He pasado por casi todos los estadios psicológicos/autopoiéticos a los que un ser humano puede ser sometido, salvo aquellos que acaban en la autodestrucción. Todavía no voy a esos. (AUTOPOIESIS: Capacidad de un sistema para organizarse de tal manera que el único producto resultante es él mismo. No hay separación entre productor y producto. El ser y el hacer de una unidad autopoiética son inseparables y esto constituye su modo específico de organización. Nuestra experiencia está amarrada a nuestra estructura de una forma indisoluble.- Maturana la lleva.) Mi Yo-Yoismo se manifestó primero en la literatura, escribiendo comentarios, críticas, aportes, soluciones sociales, pero por supuesto que para que alguien los leyera, una persona en particular que nunca supo. Yo quise ser siempre el primero.
Quién me conoce sabe que, esto no está escrito por mí, pero lo he leído y me ha gustado.
(Pablo Ramírez Torrejón )